La pasión por la libertad apuntala todos los discursos políticos modernos. ¿Pero cuán libres somos en este complejo y aterrador siglo XXI? Nos es casi cotidiano escuchar protestas en pro de la “libertad de prensa”, en los adolescentes es su palabra favorita, hablamos de la "libertad de expresión” como un derecho, aunque no somos tolerantes a la variedad de opiniones.
Libertad, es una palabra que nos gusta oír. Pero, ¿realmente se sabe o se logra entender qué es la libertad? Libertad es todo aquello que se puede hacer hasta el punto aquel en el que logra afectar a los demás. Se es totalmente libre de pensamiento, pero esta misma empieza a tener límites cuando se habla de expresión y de acción. Nunca existirá una libertad absoluta a menos que el ser humano estuviera completamente aislado y sus actos no afectaran a su grupo social, de otro modo es evidente que se multiplicarían todos los conflictos.
La libertad es autonomía con respecto al exterior y por lo tanto no tiene límites por ella misma. Sin embargo, cuando hay dependencia con respecto al exterior, la libertad ya no puede ser absoluta y esto es lo que ocurre en nuestra sociedad.
“La libertad natural del hombre consiste en no verse sometido a ningún otro poder superior bajo la tierra” (JHON LOCKE) En un estado los individuos no podemos ser completamente libres, porque tenemos que considerar a los demás. Tenemos que someternos a ciertas reglas externas.
Un ser consciente va a actuar según sus propias motivaciones hasta chocar con los límites que impongan la realidad. No puedo decir: “soy libre, voy a salir desnuda a la calle porque quiero”. Se debe actuar de acuerdo a una norma que exige conformidad general, de unas reglas tanto éticas como morales. En toda sociedad deberá existir un orden, donde no hay orden hay anarquía, hay estado de guerra y es esa misma es la que cada día nos destruye pedazo a pedazo el país.
El problema de la violencia en el mundo no radica en centrarnos en el ¿Cómo actuar? Sino en el ¿por qué actúo?. Me explico: si estudiáramos un conflicto tal como el de las pandillas urbanas nos podríamos dar cuenta de que sus verdaderos enfrentamientos nacen a partir de una diferencia de pensamientos, “¡intolerancia!”, y eso es algo que aprendemos desde la cuna.
Si hablamos de la falta de libertad ya conociendo su realidad, creo que en Colombia una gran falta a esta misma es la no “ libertad de prensa”. Según la FLIP (Fundación para la Libertad de Prensa) Colombia, registró 140 violaciones a la libertad de prensa en el año que terminó. Esto representa un aumento del 37% en comparación con el 2005. De estos 140 registros, los grupos paramilitares serían los presuntos autores de 38 casos; la Fuerza Pública de 21; la guerrilla de las FARC, de 18 y los funcionarios de 15.
Este es un pequeño demostrativo de la zozobra que se vive al decir la verdad y no entiendo cómo el ser humano puede arrebatarle la vida (violando un derecho fundamental) a un profesional que se dedica a comunicar una acción delictiva, terrorista y hasta social. Estamos muy mal, si creemos que a cada diferencia de tierras, razas, poderes oscuros, gustos políticos y preferencias sexuales, la solución es salir a matar y a aterrorizar a miles de personas. Cómo pasa esto en un país que en su Constitución Política cita: Artículo 20.- "Se garantiza a toda persona la libertad de expresar su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho de rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura."
Este tema es tan complejo y ligado a tantos más, que lo realmente importante no es buscar qué tan libres somos, todo se puede realizar dentro de los parámetros propuestos. No se puede seguir confundiendo la libertad con el libertinaje.