Desde hace 200 años nuestra Colombia ha parido y criado hijos con la cultura del miedo, la desconfianza y la culpa. Se creció entre las lágrimas de un pueblo que tiene que armar una manifestación para que la gente pueda tener un lugar para estudiar, se lucha por un sistema de salud equitativo y digno, donde el facilismo, la trampa y la pereza no sean las conquistas de la sociedad.
Cada voto ha sido endosado a la inseguridad y la corrupción. Desde la escuela nos metieron en la cabeza que somos un país pobre cuando en realidad hemos sido saqueados, los corruptos se han llevado más que el oro, las esperanzas y las ganas de luchar. Por eso la gente dejó de usar su derecho al sufragio y perdió la fe en sus gobernantes. Nos han minimizado y humillado ¿cómo se va a digerir un discurso mockusiano fácilmente si este no va acompañado del clientelismo, no tiene el pensamiento bélico incluido y se nos da la oportunidad de actuar como adultos?
La célebre posición que ha alcanzado el partido verde es el resultado del impacto que crea en la mente de los colombianos un discurso basado en lo diferente. Eso es lo que ha generado ahora la intención de voto de aquellas personas que jamás lo hemos hecho por repulsión a la forma fraudulenta y sangrienta de ganar poder, no para el país sino para sus bolsillos. Por primera vez se nos habla (con hechos) de crear una Colombia fundada en la autoridad moral, con principios y legalidad.
He escuchado argumentos concernientes a los colombianos que llevan en su cabeza la imagen política que se fundó con los años “no es un político”, “el no cree en Dios”. Estas frases ganan adeptos para la “ola verde”. ¡Claro! No es un político común: es honrado y cree en el valor de la vida. Sus oponentes se han bautizado y han rezado el rosario mientras asesinan, secuestran y acaban con la inocencia de la niñez.
Ya se empieza a sembrar pánico hablando de un posible atentado contra la vida de Mockus. Han pasado 62 años desde el asesinato de Gaitán y 21 desde el magnicidio de Luis Carlos Galán y todavía despertamos con ese temor a que se calle el progreso de país a bala. Nos repudian los Falsos Positivos, no nos olvidamos de la Parapolítica, de las Bandas Emergentes Criminales y las chuzadas del DAS que cada día nos asombran más. No siempre “vale más malo conocido que bueno por conocer”.
El próximo 30 de mayo es el día definitivo, sabremos si seguiremos gobernados por la cultura del miedo o decidiremos empezar con un cambio, que no se verá en cuatro años, pero que se puede empezar a sembrar. A mi me basta con ver en Mockus una salida, un equipo de gobierno que lidera. Me basta con escuchar la palabra ¨perdón¨ y verlo reconocer que también se puede equivocar.
Hemos dado la oportunidad para tomar nuestra voz, nuestros derechos, la vida y la familia de cada ciudadano para hacer de ella un botín politiquero. Demos ahora la oportunidad para que la nueva generación viva algo distinto sobre el mismo suelo. Como dijo Sergio Fajardo en respuesta a la periodista Vicky Dávila “No se moleste porque suene bonito”.
Cada voto ha sido endosado a la inseguridad y la corrupción. Desde la escuela nos metieron en la cabeza que somos un país pobre cuando en realidad hemos sido saqueados, los corruptos se han llevado más que el oro, las esperanzas y las ganas de luchar. Por eso la gente dejó de usar su derecho al sufragio y perdió la fe en sus gobernantes. Nos han minimizado y humillado ¿cómo se va a digerir un discurso mockusiano fácilmente si este no va acompañado del clientelismo, no tiene el pensamiento bélico incluido y se nos da la oportunidad de actuar como adultos?
La célebre posición que ha alcanzado el partido verde es el resultado del impacto que crea en la mente de los colombianos un discurso basado en lo diferente. Eso es lo que ha generado ahora la intención de voto de aquellas personas que jamás lo hemos hecho por repulsión a la forma fraudulenta y sangrienta de ganar poder, no para el país sino para sus bolsillos. Por primera vez se nos habla (con hechos) de crear una Colombia fundada en la autoridad moral, con principios y legalidad.
He escuchado argumentos concernientes a los colombianos que llevan en su cabeza la imagen política que se fundó con los años “no es un político”, “el no cree en Dios”. Estas frases ganan adeptos para la “ola verde”. ¡Claro! No es un político común: es honrado y cree en el valor de la vida. Sus oponentes se han bautizado y han rezado el rosario mientras asesinan, secuestran y acaban con la inocencia de la niñez.
Ya se empieza a sembrar pánico hablando de un posible atentado contra la vida de Mockus. Han pasado 62 años desde el asesinato de Gaitán y 21 desde el magnicidio de Luis Carlos Galán y todavía despertamos con ese temor a que se calle el progreso de país a bala. Nos repudian los Falsos Positivos, no nos olvidamos de la Parapolítica, de las Bandas Emergentes Criminales y las chuzadas del DAS que cada día nos asombran más. No siempre “vale más malo conocido que bueno por conocer”.
El próximo 30 de mayo es el día definitivo, sabremos si seguiremos gobernados por la cultura del miedo o decidiremos empezar con un cambio, que no se verá en cuatro años, pero que se puede empezar a sembrar. A mi me basta con ver en Mockus una salida, un equipo de gobierno que lidera. Me basta con escuchar la palabra ¨perdón¨ y verlo reconocer que también se puede equivocar.
Hemos dado la oportunidad para tomar nuestra voz, nuestros derechos, la vida y la familia de cada ciudadano para hacer de ella un botín politiquero. Demos ahora la oportunidad para que la nueva generación viva algo distinto sobre el mismo suelo. Como dijo Sergio Fajardo en respuesta a la periodista Vicky Dávila “No se moleste porque suene bonito”.