Libera adrenalina, genera “respeto” y además deja un fresco aroma a ignorancia. La sociedad sigue confundiendo opinar con insultar y pensar con juzgar.
Hace dos días presencié una lluvia y no precisamente de ideas, hacia el señor Enrique Peñalosa candidato para la alcaldía de Bogotá. Aún no asimilo la grosería con que la juventud, “futuro del país” irrumpía en el espacio universitario para dejar muy clara la falta de argumentos y el ayuno cultural que todavía nos acompaña.
¡Obvio! tenemos dudas, miedo de equivocarnos, hemos generalizado a los políticos por demagogos y nos deja cierta incertidumbre que alguien de casi dos metros y nacido en Washington se pare frente a un grupo de estudiantes universitarios a exponer su plan de gobierno que a simple vista parece utópico, (“Construiremos una Bogotá en la que podamos vivir sin miedo. Una Bogotá incluyente cuya prioridad sea acabar con la pobreza”.) pero si recordamos años atrás…. La respuesta será personal e intransferible.
En fin, no encontré justificación a los aplausos que retumbaron el lugar apoyando los insultos de aquellos valientes que micrófono en mano resaltaron su posición, convirtiéndose en héroes y señores de la sociedad arbitraria en lugar de crear un debate serio y responsable para tratar de tomar decisiones del mismo calibre. ¿Por qué nadie aplaudió las preguntas sensatas y sanamente dirijidas? Lejos estoy de defender temas o partidos políticos pero sin ánimo de ofender " mi mamá si me enseño que las canas se respetan".
Si nos civilizamos un poquito y logramos aplicar que "para algo nos dieron dos oídos y solo una boca" evitaríamos vergüenzas como las de pelear por colores, sexos, filas, plata y claro, por política "Juan Mayer cuenta que cuando era ministro citó a expertos para ordenar el territorio. Cuando todos dijeron cosas sabias habló el mamo de la Sierra Nevada y dijo:"... pero, señores, el territorio está ordenado y lo ha estado siempre, los que están desordenados son sus habitantes..."
Hace dos días presencié una lluvia y no precisamente de ideas, hacia el señor Enrique Peñalosa candidato para la alcaldía de Bogotá. Aún no asimilo la grosería con que la juventud, “futuro del país” irrumpía en el espacio universitario para dejar muy clara la falta de argumentos y el ayuno cultural que todavía nos acompaña.
¡Obvio! tenemos dudas, miedo de equivocarnos, hemos generalizado a los políticos por demagogos y nos deja cierta incertidumbre que alguien de casi dos metros y nacido en Washington se pare frente a un grupo de estudiantes universitarios a exponer su plan de gobierno que a simple vista parece utópico, (“Construiremos una Bogotá en la que podamos vivir sin miedo. Una Bogotá incluyente cuya prioridad sea acabar con la pobreza”.) pero si recordamos años atrás…. La respuesta será personal e intransferible.
En fin, no encontré justificación a los aplausos que retumbaron el lugar apoyando los insultos de aquellos valientes que micrófono en mano resaltaron su posición, convirtiéndose en héroes y señores de la sociedad arbitraria en lugar de crear un debate serio y responsable para tratar de tomar decisiones del mismo calibre. ¿Por qué nadie aplaudió las preguntas sensatas y sanamente dirijidas? Lejos estoy de defender temas o partidos políticos pero sin ánimo de ofender " mi mamá si me enseño que las canas se respetan".
Si nos civilizamos un poquito y logramos aplicar que "para algo nos dieron dos oídos y solo una boca" evitaríamos vergüenzas como las de pelear por colores, sexos, filas, plata y claro, por política "Juan Mayer cuenta que cuando era ministro citó a expertos para ordenar el territorio. Cuando todos dijeron cosas sabias habló el mamo de la Sierra Nevada y dijo:"... pero, señores, el territorio está ordenado y lo ha estado siempre, los que están desordenados son sus habitantes..."
Imagen tomada de www.tragaluzpanama.com/